ARMAS fijas

   

En las batallas navales de este siglo se usaron prácticamente todo tipo de armas, desde los cañones de a bordo, hasta los fusiles y pistolas, pasando por chuzos, sables y hachas durante los abordajes cuerpo a cuerpo.

 
         
  CAÑONES

El arma más potente, con mayor poder destructivo y más utilizada en las batallas navales era el cañón con sus diferentes calibres, que dependía del peso y dimensiones de sus balas.

   
   

Estos eran de 36, 24, 18, 12, 8 y 6 libras. Sus longitudes oscilaban entre 3 y 2 metros. Su peso estaba entre 3 y 1 toneladas, y sus proyectiles pesaban entre 6 y 1 kilo.

   
   

   
   

Los cañones más pesados estaban ubicados en las cubiertas inferiores para mantener la estabilidad del buque.

   
   

   
   

Para mover los pesados cañones se utilizaban unos aparejos de combés o palanquines. Para subir o bajar el alza se usaba una cuña apoyada en la cureña y para apuntarlos lateralmente se aplicaban  palanquetas o pies de cabra.

   
   

Para evitar que los cañones causasen destrozos al retroceso se usaba una gruesa estacha llamada braguero que lo abrazaba por detrás, y para impedir que se desplazasen en las navegaciones se trincaban o abarbetaban con sirgas. Pero nunca como aparecen en los manuales (No había tiempo. No había gente. Y se tardaría, fatalmente, mucho en destrincarlos) Se les calzaba se aseguraba para que no se moviese con los balances y eso es todo. nada de falsas florituras y complicadas lazadas.

   
   

   
         
   

   
         
   

Las baterías servían también de alojamiento y comedor para la dotación. Hombres y cañones compartían el reducido espacio.

   
         
 

 
         
   

Los proyectiles más usados eran bolas de hierro, de peso y tamaño apropiado al calibre del cañón, aunque también se empleaban otros llamados palanquetas, consistentes en dos bolas, o medias bolas, unidos por cadenas o soldadas con una barra, apropiados para desarbolar.

   
   

También se usaban balas rojas, que eran balas calentadas al rojo vivo destinadas a provocar incendios en el buque enemigo.

   
   

   
         
   

Las balas se colocaban en unas estibas llamadas chilleras para evitar que rodasen libremente por cubierta.

   
         
   

   
         
   

La pólvora venía en unos saquetes y se guardaban en un pañol forrado de plomo y  situado por debajo de la  línea de flotación llamado santabárbara.

   
   

Los pajes eran los encargados de traer los saquetes de pólvora hasta los cañones. Eran niños y corrían frenéticamente desde la santabárbara a las baterias pisando cadáveres.

   
   

   
         
   

la dotación de todos los buques se dividía en DOS guardias, llamadas de babor y estribor, entre las que se repartía el mismo número de tripulantes por destinos. Cada guardia estaba compuesta por ranchos y trozos. Esto permitía tener cubiertos todos (seamos sinceros CASI todos) los puestos de navegación y combate en cualquier situación.

   
   

Cada batería (cubierta) estaba a las órdenes de un Teniente de Navío (cuando había suficientes) y era el responsable de todos sus cañones.

   
   

Cada cañón estaba a cargo de un cabo de cañón, artillero de marina (cuando se podía, que era casi nunca). 

   
   

La dotación de un 36, a pesar de lo que vemos y leemos por ahí, era de solo CINCO hombres contando con el cabo de cañón, y eso cuando se podía.

   
   

Casi nunca se cubrían ambas bandas para el combate pues NO HABÍA GENTE suficiente. Y cuando se hacía era solo cubriendo algunos cañones de cada costado y NUNCA todos.

   
   

La orden de fuego la daba siempre  el Comandante, y el Teniente de Navío la ejecutaba.

   
   

   
    En Trafalgar se tuvo que recurrir a los artilleros de tierra ,y aún así no fueros suficientes para cubrir todos los cañones.    
    La mayoría de ellos no se llegaron a disparar, y fueron encontrados a bordo con las tapabocas aún sin quitar.    
   

   
   

Los pesados cañones navales eran muy difíciles de apuntar, pues cuando ya lo estaban en elevación y demora, cualquier balance lo estropeaba todo.

   
   

La puntaría de hacia a menudo "a ojo", y eso cuando las humaredas lo permitían.

   
   

   
   

Se disparaban haciendo arder una mecha que atravesaba la caña por un orificio (oído) llegando hasta el saquete de pólvora.

   
   

En el  último tercio del siglo XVIII se usaron llaves como la de los fusiles, que hacían saltar una chispa mediante un mecanismo con un pedernal que se disparaba tirando de una rabiza.

   
   

   
   

Para apuntar los cañones, cargarlos, disparar, limpiarles el ánima y enfriarlos después de una serie de disparos, se usaban ciertos utensilios o herramientas de artillería.

   
   

Las más importantes de ellas eran: los pies de cabra, para mover el cañón lateralmente y apuntarlo. El atacador, para empujar el saco de pólvora hasta el fondo del ánima. El cuerno o cebador, para cebar el cañón antes del disparo y el cubo con agua y vinagre para limpiar el ánima mediante la esponja.

   
   

   
   

Tras muchos disparos la caña se calentaba bastante, hasta el extremo de tener que parar el fuego para enfriarlo con agua.

   
   

Después convenía comprobar si se había producido algún escarabajo, o grieta en la caña, pues esa era la señal de que podría reventar.

   
   

   
   

A pesar de que el escantillón solía ser superior a un metro de puro roble, las balas enemigas que impactaban en el casco, no lo atravesaban, pero hacían saltar hacia el interior de los sollados miles de afiladas astillas, que causaban la mayor mortandad entre los artilleros. 

   
   

Los impactos en el casco debilitaban  la estructura,  y eso era peligroso, por lo que el carpintero corría a través de los callejones de combate para tapar los orificios internos y reparar los daños en las cuadernas o genoles.

   
         
         
         
  Disparar un cañón

   
         
         
         
  BOMBARDAS O  MORTEROS

Las bombardas eran unos cañones de caña corta y gruesa con una cureña formada por un grueso tablón.

   
   

Su munición era de grueso calibre y la trayectoria de su tiro como el de los morteros, es decir, con mucha elevación, de forma que el proyectil venía desde casi la vertical.

   
         
   

   
         
   

Era muy destructivo y llegaron a construirse barcos llamados  bombardas, que montaban sendos morteros en proa como único armamento.

   
   

   
         
  CARRONADAS U OBUSES

Las carronadas eran cañones de calibre mediano y caña corta, que eran muy manejables y destructivos, por ser rápida su carga y fáciles de apuntar.

   
   

Su cureña es una tabla sobre la que se desliza el cañón con unos raíles.

   
         
   

   
         
   

   
         
  CULEBRINAS

Eran pequeños cañones de muy bajo calibre (dos libras) que estaban instalados sobre unas horquillas fijas  en las tapas de regala.

   
   

De pequeño poder destructivo pero muy manejables y fáciles de apuntar, para lo que disponían de un muñón posterior a modo de  culata.

   
         
   

   
         
   

   
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